miércoles, 11 de noviembre de 2009

H7, Vorágine

«Los organismos deben competir entre sí por la existencia. En la naturaleza nacen más individuos de los que pueden sobrevivir (…) La selección natural: las variaciones que se adapten mejor al medio son las que sobrevivirán y tendrán por tanto más éxito reproductivo; las que no sean ventajosas acabarán siendo eliminadas»


Carlos Roberto Darwin, El origen de las especies (1859)


¿Evolución o Creación? Una posibilidad poco considerada es que la «Creación» haya evolucionado, y el Creador haya muerto como diría cierto filósofo alemán. Lo indudable es que después de miles de años aquí estamos, expandiéndonos y extinguiendo todo en nuestro paso.


Puedo decir, sin temor a equivocarme, que desde su inicio la Historia de la humanidad, sea este el «Big Bang» o «Gé 1:26-28», hasta hoy se puede definir con una sola palabra: Vorágine. Este remolino impetuoso de pasiones desenfrenadas, sucesos confusos y personas en constante movimiento, ha tenido puntos de mayor o menor acción, pero nunca ha cesado. La Historia de la humanidad es un Vorágine enganchada a la aleta de un tiburón que nada en un mar llamado Tiempo.


El 11 de septiembre del año 2001 acaeció un suceso que endemonió mi de por sí ya diabólica metáfora. Un grupo terrorista llamando Al- Qaeda, llevó a cabo el ya conocido y emblemático Ataque a las Torres Gemelas. Tras dicho atentado, varias naciones se unieron en una encarnizada guerra contra el terrorismo.


Las cosas se salieron de control, algo demasiado habitual en la vorágine, y sin darse cuenta de cómo o cuándo, el mundo de vio en medio de una tercera guerra mundial. La mayoría de los datos referente a los hechos han sido suprimidos por el actual gobierno, por ello es difícil decir con certeza como llegamos a hasta aquí; Al punto de que todas las naciones son gobernadas por un único gobierno, un gobierno que quiere erradicar todo rastro del pasado, eso nos incluye a nosotros, los Hijos Bastardo del Uranio y el Plutonio.


¿La hora? 22:45.

Hace ya cuarentaicinco minutos que las sirenas que anuncian en toque de queda sonaron, como lo han hecho cada noche desde hace más de veinte años. Y como cada noche, las calles quedan totalmente vacías, o al menos así deberían quedar.


¿Dónde? Calle H7

Durante la guerra, las principales ciudades del mundo fueron totalmente destruidas, algunas hasta los cimientos. Cuando la Sociedad Internacional Contra la Guerra (SICG) tomó el control de todas las naciones y dio fin a los conflictos bélicos, una de sus primeras acciones fue la reconstrucción de dichas ciudades. Los ciudadanos fueron reubicados según los criterios del SICG.

La calle H7 es la vía céntrica de una urbe marginada. Sus habitantes son mayormente Personas con Inestabilidad Genética (PIG).


¿Quién? Un PIG llamado “Topo”

Sabe que no debería estar en la calle a esa hora, y menos sin un permiso de circulación de los que otorga el SICG. Tal vez la cerveza casera que vende «el Gordo» en su bar clandestino, le han hecho perder un poco el sentido del control, aunque para ser sinceros, Topo no se caracteriza por su autocontrol.


Su cuerpo no asimila correctamente el alcohol, a pesar de ello cada viernes va a ese bar ilegal de mierda a envenenarse con ese maldito acido al que ese gordo seboso llama cerveza ¿De dónde rayos saca la cebada para fabricarla? Hace años que está controlada, prácticamente prohibida como casi todo: el alcohol, el tabaco, las armas, la religión, el sexo, las drogas, pensar vivir respirar.


Un altavoz rompe el silencio de la noche – CIUDADANO, DETENGASE Y LEVANTE LAS MANOS – Topo va muy borracho para hacer caso de la petición – REPITO, DETENGASE Y LEVANTE LAS MANOS – solo levantó una mano, con la cual le enseñó el dedo mayor a la patrulla. Acto seguido aceleró el paso, en menos de un segundo estaba corriendo a su velocidad máxima, 70 km/h.


A pesar de su rapidez, le fue difícil superar al coche patrulla XH-R. Topo se detuvo a menos de una cuadra, en un callejón sin oscuro y solitario. Los faros del XH-R le apuntaban, al igual que la metralleta de uno de los patrulleros.


Un segundo uniformado se acercó al PIG —Levante las manos y arrodíllese— cinco metros les separaban, pero no fueron suficientes para evitar que el PIG — ¡Dispárale, rapi…– que le atravesara la garganta con unas uñas afiladas como cuchillos.


Una ráfaga de balas llenas de miedo y disparadas sin precisión salieron de la metralleta, algunos perdigones se perdieron en la oscuridad de la noche, otros impactaron contra el chaleco blindado del patrullero que moría desangrado y que servía de escudo humano al PIG. El PIG saltó antes de que el tembloroso patrullero pudiese disparar de nuevo.


Miró a los lados, el miedo corría a caudales por sus venas. Intentó acercarse al XH-R para pedir refuerzos, pero era tarde. Unos tentáculos rodearon su cuello, el patrullero intentó zafarse pero era inútil, la presión era demasiada. Un «Crack» acabó con su resistencia.



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